lunes, 4 de abril de 2011

Esclavos en las Asturias de Oviedo del 2011

Desconocía que existe la esclavitud disimulada, en Asturias. Sabía del infraempleo, de los abusos de la patronal y de las malas prácticas laborales, pero no podía sospechar que en este siglo recién parido me encontraría a Kunta-Kinte trabajando en invernaderos de Manzaneda, junto con otros infelices marroquíes, francamente prescindibles.
Por esas carreteras de asfalto quebrado circulan negros senegaleses de lugares con nombres exóticos: Kaolat, Ambur, de la frontera gambiana, gente de la sabana, agricultores fuertes con brazos acerados por trabajar desde la infancia en la fuerza bruta del campo y el sotobosque.

Ellos buscan un mundo mejor, un mundo que el presidente imprudente, por no llamarlo inmoral, Zapatero pintó de blanco para los negros y ahora, este Kunta Kinte sobreviviente de patera y otras enfermedades mafiosas, trabaja, de sol a sol, es decir, 15 horas diarias, sin otro descanso que un domingo cada 15 días, con descuento de 200 euros, por vivir en la cuadra del ganado, y del “salario” de los días que deba ausentarse para arreglar sus papeles en Oviedo. Convive con  cuatro esclavos más,  que enriquecen a la dueña, la señora de las lechugas, que sirve a Alimerka y a otros supermercados asturianos. Cuatro esclavos que no tienen cadenas de hierro evidentes, sino una evidente cadena de tener que sobrevivir porque de ellos depende una nutrida familia que espera los pocos euros de la rica europa.

Una negrera que enriquece gracias al trabajo esclavo protegido por contactos en sede policial, en la administración de extranjería y otras turbias amistades convenientes. Una negrera que solo contrata emigrantes, a ser posible sin papeles, que son más dóciles y trabajan más y mejor, sustituyendo a maquinaria y a trabajadores razonables que no es que vayan a pedir mucho, solo el poder descansar un día a la semana y no demasiados derechos laborales que éstos, los esclavos económicos, negros dignos del relato novelado titulado LA CABAÑA DEL TIO TOM, no disfrutarán jamás.

Descubrir la miseria humana, la Cabaña del Tío Tom, la puta esclavitud en la mismísima Manzaneda de las Asturias de Oviedo no fue sorprendente. Hijos e hijas, como es el caso que nos ocupa, de la gran puta hay en toda parte. Lo chocante fue saberse parte del problema por causa de mi silencio e ignorancia consciente. Pero dije basta.

Pongo estas letras para que el ministerio fiscal, (que nada hace), la inspección de trabajo, (que nada hace), la policía, (que nada hace), el delegado de gobierno, (que nada hace), las ONGetas, (que nada hacen), los sindicatos vendidos mayoritarios (que nada hacen), se interesen por estos esclavos que trabajan de 8 de la mañana a 11 de la noche dejando vida y esperanza en un trabajo que alimenta los bolsos de los nuevos “massa” asturianos. Más, no puedo hacer sin quebranto de mi persona.