martes, 14 de diciembre de 2010

14 La preparación para venir a la Tierra

Escuchad




14. La preparación para la salida.

Cuando las almas terminan de consultar con los guías y los compañeros, las posibilidades físicas y psicológicas de la nueva vida que han elegido, entonces, toman la decisión de reencarnarse de nuevo. Sería lógico pensar que se dirigirían inmediatamente a la Tierra, pero esto no ocurre hasta que el alma pasa por una etapa de preparación previa.
En este punto, ya hemos comprendido que las almas que regresan del lugar de selección, no sólo deben decidir cuál es la mejor vida para ellos, sino que, también, deben coordinar su decisión con el resto de las almas que van a tener un papel en esa vida. Utilizando una analogía teatral, hemos decidido cuál será el actor, o actriz, principal, y todo lo que se haga, afectará a los demás personajes menores del guión. Menores, porque no somos nosotros. Sus papeles pueden verse alterados por el nuestro y, el nuestro, por el ellos, debido a los cambios en el guión que representa el libre albedrío; cambios que pueden producirse en medio de la representación. Aquellas almas que van a tener una estrecha relación con nosotros en la obra de la vida, son los actores o actrices secundarios, cada uno con un papel importante. ¿Cómo podremos reconocerlos?
La cuestión de cómo encontrar a los compañeros, y a otras personas importantes en la vida, es una de las principales preocupaciones de los que acuden a mí para sesiones hipnóticas de regresión. Al final, la mayoría de mis clientes responden ellos mismos a sus preguntas, a través del superconsciente, porque encontrar a estas almas fue una parte fundamental del trabajo de preparación a realizar antes de abandonar el mundo espiritual. El espacio al que las almas van para este propósito en el mundo espiritual, se llama, el lugar del reconocimiento, o, la clase de reconocimiento. Según mis clientes, la actividad en este lugar es corno la preparación para un examen final. En consecuencia, mis clientes utilizan el término, «clase de preparación», para describir la actividad que se lleva a cabo, inmediatamente antes de que el alma se embarque hacia la Tierra. El caso siguiente nos narra esta experiencia.
Para entender con claridad lo que supone esta clase de reconocimiento, quizás deberíamos definir el concepto de, «alma compañera». Para muchos de nosotros, el compañero más cercano, y más querido, es el cónyuge. Pero, como hemos podido comprobar en los casos anteriores, las almas importantes de nuestra vida pueden ser otros miembros de la familia, o incluso, un amigo. El tiempo que estas almas pasan con nosotros en la Tierra puede ser largo o corto. Lo que importa, es el impacto que causen mientras están con nosotros.
Aunque me arriesgue a simplificar demasiado un tema que es muy complejo, voy a dividir las relaciones de las almas en tres categorías.
La primera, es la del tipo de relación en la que existe un amor, tan profundo, que ambas personas no podrían vivir separadas. Esta es una atracción, física y mental, tan fuerte, que ninguno de los dos miembros duda que están hechos el uno para el otro.
La segunda, es una relación basada en el compañerismo, la amistad y el respeto mutuo.
La última, está formada por las asociaciones con personas menos unidas a nosotros, pero que forman un ingrediente importante en nuestra vida.
Basándonos en esto, vemos que un alma compañera puede relacionarse de varias formas con nosotros pero, aún así, nunca es por casualidad.
Las almas compañeras están destinadas a ayudamos, a la vez que se ayudan a sí mismas a alcanzar metas comunes, que se consiguen con más facilidad si existe un apoyo mutuo en varias situaciones. En el campo de los amigos y los amantes, es nuestra más profunda consciencia la que reconoce en ellos la similitud de los espíritus hermanos. Es una experiencia maravillosa, y misteriosa a la vez, tanto física como mentalmente.
Conectar con seres que conocemos en el mundo espiritual, escondidos bajo todo tipo de disfraces físicos, puede resultar una experiencia armoniosa, o frustrante. La lección que debemos aprender en las relaciones humanas, es la de aceptar a las personas por lo que son, sin esperar que nuestra felicidad dependa, totalmente, de ellas. He tenido clientes, que han acudido a mí asumiendo que no están con un alma compañera por la cantidad de problemas, y sufrimiento, que había en sus matrimonios. No se dan cuenta de que, las lecciones kármicas, a veces fijan unas metas muy difíciles, y que las experiencias dolorosas con respecto al amor, son premeditados exámenes que la vida nos presenta. Frecuentemente, éstos son los más duros.
Cualquiera que sea la circunstancia, las relaciones interpersonales son la parte más importante de nuestras vidas. ¿Es por una coincidencia? ¿Acaso una percepción extrasensorial, un deyá ví, o una sincronicidad, son los responsables de que llegue el momento perfecto, en el lugar adecuado, y asi conocemos a la persona que dará sentido a nuestra vida? ¿Hubo, tal vez, un fugaz recuerdo, ya olvidado, algo familiar en ella, o él, que nos venía de lo más profundo de nuestra mente? Yo pediría al lector que buscara en los recuerdos de ese primer encuentro con alguien importante. ¿Fue en el colegio? ¿Vivía en su mismo barrio? ¿Le conoció en el trabajo, o durante algunas vacaciones? ¿Les presentó alguien, o fue un encuentro aparentemente casual? ¿Qué sintió en ese momento?
Odiaría modificar los recuerdos favoritos de cualquiera sobre ese encuentro supuestamente casual, pero, en verdad, la causalidad, los impulsos o las circunstancias fortuitas no pueden aplicarse a estos contactos cruciales. No obstante, esta circunstancia no los hace menos románticos. En estos casos, he oído muchos relatos apasionados de entidades espirituales muy unidas, que han viajado a través del espacio y el tiempo, para encontrarse como seres humanos en un lugar específico de la Tierra, en un momento concreto. También es verdad que, nuestra amnesia consciente, hace difíciles estos importantes encuentros, y podemos tomar el camino equivocado, y perder el contacto. No obstante, puede hacerse un acuerdo previo para remediar esta contingencia.
En el siguiente caso, el diálogo comienza cuando yo le pregunto al sujeto sobre lo que ocurre en el mundo espiritual, justo antes de que el alma vuelva a reencarnarse en la vida actual.
e Caso 28. f
Doctor NIÚTON. ¿Se acerca el momento de abandonar el mundo espiritual para empezar otra vida?
SUJETO. Sí. Estoy, casi preparado.
NIÚTON. Después de salir del lugar de selección, ¿habías decidido quién serías, y a quién te encontrarías en la Tierra?
SUJETO. Sí, todo está empezando a encajar perfectamente.
NIÚTON. ¿Y qué pasaría si, ahora, te lo pensaras mejor? ¿Podrías cambiar de opinión?
SUJETO. (Suspira). Sí, y además lo he hecho otras veces. Todos lo hemos hecho alguna vez, o al menos, los que yo conozco. La mayoría de las veces es curioso pensar en estar vivo otra vez, en la Tierra.
NIÚTON. ¿Pero qué ocurriría si te resistieras a volver a la Tierra poco antes del momento de reencarnarte?
SUJETO. Esto no es tan rígido. Siempre hablo de las posibilidades, de mis preocupaciones sobre la nueva vida con mi tutor y mis compañeros, antes de comprometerme firmemente. Los tutores saben cuando estamos, sencillamente, intentando ganar tiempo y, cuando, no estamos seguros de verdad. Yo estoy decidido.
NIÚTON. Me alegro. Ahora responde a esto. Una vez que te has comprometido firmemente a regresar a la Tierra, ¿hay algo importante, en el mundo espiritual, que debas hacer?
SUJETO. Debo ir a la clase de reconocimiento.
NIÚTON. ¿Y qué es ese lugar?
SUJETO. Es una reunión de observación.
NIÚTON. Cuando chasquee los dedos irás, inmediatamente, a esta clase. ¿Estás preparado?
SUJETO. Sí.
NIÚTON. (Chasqueo los dedos). Explícame lo que haces.
SUJETO. Estoy flotando, con los demás, esperando al que va a hablar.
NIÚTON. Me gustaría acompañarte, pero tendrás que ser mis ojos, ¿de acuerdo?
SUJETO. De acuerdo, pero tenemos que darnos prisa.
NIÚTON. ¿Cómo es este lugar?
SUJETO. Digamos que es como un auditorio circular, con un estrado elevado en el centro, donde se coloca el que habla.
NIÚTON. ¿Vamos a flotar hasta los asientos?
SUJETO. (Sacudiendo la cabeza). ¿Para qué necesitamos asientos?
NIÚTON. Sólo lo suponía. ¿Cuántas almas hay a nuestro alrededor?
SUJETO. Unas diez, o quince. Son las que van a estar cerca de mí, en la próxima vida.
NIÚTON. ¿Esas son todas las almas que ves?
SUJETO. No. Tú me preguntaste por las que tenía alrededor. Hay más, a lo lejos, formando grupos y esperando a sus oradores.
NIÚTON. ¿Pertenecen, las diez o quince almas que tienes a tu alrededor, a tu mismo grupo primario?
SUJETO. Algunas.
NIÚTON. ¿Es esta reunión parecida a la que tienes cerca de la entrada, cuando regresas al mundo espiritual después de la muerte?
SUJETO. No, esa fue más tranquila, sólo con mi familia.
NIÚTON. ¿Por qué fue tu bienvenida más tranquila que esto?
SUJETO. Estaba todavía confuso, por haber perdido mi cuerpo. Aquí, hay mucha charla y mucho movimiento, y nerviosismo. Tenemos mucha energía. Escucha, tenemos que ir rápido, porque tengo que atender a lo que dicen los oradores.
NIÚTON. ¿Son los oradores, tus tutores-guías?
SUJETO. No, son apuntadores.
NIÚTON. ¿Son almas especializadas en esto?
SUJETO. Sí. Nos dan las señales, inventándose ideas ingeniosas.
NIÚTON. Bien. Vamos a acercarnos al apuntador, y continúa diciéndome lo que ocurre.
SUJETO. Formamos un círculo alrededor del estrado. El apuntador flota hacia delante y hacia atrás, en el centro, y nos señala a cada uno de nosotros pidiéndonos que prestemos mucha atención. ¡Tengo que hacerlo!
NIÚTON. (Bajando la voz). Entiendo, y no querría que te perdiera nada, pero explícame qué son las señales.
SUJETO. Se nos ha asignado el apuntador con el fin de que sepamos qué tenemos que buscar en la próxima vida. Estas señales se colocan en nuestra mente, para estimular nuestros recuerdos después, cuando seamos seres humanos.
NIÚTON. ¿Qué tipo de señales son?
SUJETO. Son como banderas. Mojones en el camino de la vida.
NIÚTON. ¿Podrías ser más específico?
SUJETO. Las señales del camino nos hacen tomar una dirección distinta en ciertos momentos, cuando ocurre algo importante, y, también, cuando debemos conocer los signos que harán que nos reconozcamos mutuamente.
NIÚTON. ¿Y esta clase se recibe antes de cada una de las vidas?
SUJETO. Naturalmente. Necesitamos poder recordar los pequeños detalles.
NIÚTON. ¿Pero no has visto ya los detalles de tu vida próxima, en el lugar de la selección?
SUJETO. Sí, es cierto. Pero no he visto los pequeños detalles. Además, entonces no conocía a todos los que van a estar conmigo. Esta clase es como un repaso final. con todos juntos.
NIÚTON. ¿Es sólo para aquellos que tendrán una relación especial entre ellos?
SUJETO. Así es. Es, sobre todo, una clase de preparación porque, al principio, no nos reconoceremos en la Tierra.
NIÚTON. ¿Ves a tu alma compañera aquí?
SUJETO. (Ruborizándose). Sí. Aquí está, y hay, también, otras personas con quien se supone que tendré que contactar. O ellos conmigo. Los demás, también necesitan sus señales.
NIÚTON. ¡Ah, entonces por eso es por lo que estas almas vienen de diferentes grupos! Todas van a jugar un papel importante en la próxima vida de los demás.
SUJETO. (Impaciente). Sí, pero si habla no puedo oír lo que están diciendo. ¡Cállese!
NIÚTON. (Bajando la voz otra vez). Muy bien, cuando cuente tres, voy a dejar esta clase en suspenso, por un momento, para que no pierdas nada. (Con suavidad). ¡Uno, dos, tres! El orador está callado y tú, podrás explicarme más detalles sobre las banderas, y las señales. ¿De acuerdo?
SUJETO. Supongo que sí.
NIÚTON. Voy a llamar a estas señales, resortes de la memoria. ¿Quieres decir que habrá resortes de la memoria especiales, para cada una de estas personas?
SUJETO. Por eso nos han traído aquí. Habrá momentos en mi vida en los que aparecerán estas personas. Debo intentar recordar algo sobre ellos. Su mirada. Sus movimientos. Su manera de hablar.
NIÚTON. ¿Y cada uno de ellos te hará funcionar uno de esos resortes?
SUJETO. Sí, y probablemente perderé algunos. Se supone que las señales deben hacer saltar un recuerdo y decirte un, «bien, ya estás aquí», en tu interior. Sabremos, así, que ha llegado el momento de empezar a trabajar en la siguiente fase. Parecerán cosas insignificantes, pero las banderas son momentos de cambio en nuestras vidas.
NIÚTON. ¿Y qué pasa si alguien no reconoce estas banderas o señales, porque, como tú dices, se olvidó de lo que dijo el apuntador? ¿O, qué ocurre, si decides ignorar tus inclinaciones, y tomar otro camino?
SUJETO. (Pausa). Tenemos otras posibilidades, aunque pueden no ser tan buenas. Puedes ser obstinado pero. (Se para).
NIÚTON. ¿Pero qué?
SUJETO. (Con convicción). Después de esta clase, normalmente no te olvidas de las señales importantes.
NIÚTON. ¿Por qué, simplemente, no te dan los guías las respuestas que necesitas una vez que estás en la Tierra? ¿Por qué son necesarias todas estas tonterías de las señales para recordar cosas?
SUJETO. Por la misma razón, por la que vamos a la Tierra sin saber nada por adelantado. Nuestra alma debe crecer, con lo que descubre por sí misma. A veces las lecciones se resuelven muy deprisa; pero no es lo normal. La parte más interesante del camino es descubrir las curvas, y es mejor que no ignoremos las señales del camino.
NIÚTON. De acuerdo. Voy a contar de diez a uno, y cuando termine, la clase empezará de nuevo y podrás escuchar, mientras el apuntador te da las señales. Yo no hablaré hasta que levantes el dedo índice de la mano derecha. Eso me indicará que la clase ha terminado, y que puedes explicarme las señales que debes recordar. ¿Estás preparado?
SUJETO. Sí.
Nota. Termino de contar, y espero un par de minutos, hasta que mi cliente levanta el dedo. Este es un ejemplo, muy simple, de cómo el tiempo terrenal es insignificante en comparación con el tiempo espiritual.
NIÚTON. No ha sido muy largo.
SUJETO. Sí que lo ha sido. El apuntador tenía mucho que decirnos a todos.
NIÚTON. Supongo que ahora tienes, claro en tu mente, todos los detalles del reconocimiento; ¿no?
SUJETO. Eso espero.
NIÚTON. Bien. Entonces, dime ahora, cuál es la última señal que te dieron antes de acabar la clase.
SUJETO. (Pausa). Un colgante de plata. Lo veré cuando tenga siete años; en el cuello de una mujer de mi calle. Siempre lo llevaba puesto.
NIÚTON. ¿Y de qué manera será, este colgante de plata, una señal?
SUJETO. (De manera muy abstracta). El sol brilla en él, y atrae mi atención. Debo recordarlo.
NIÚTON. (Con tono de orden). Ahora eres capaz de aunar tus conocimientos espirituales con los terrenales. (Pongo la mano sobre la frente del sujeto). ¿Por qué es importante para ti, reconocer el alma de la mujer del colgante?
SUJETO. Yo la he conocido cuando montaba en bicicleta en la calle. Me sonríe; y el colgante de plata brilla. Le pregunto sobre él. y nos hacemos amigos.
NIÚTON. ¿Y después?
SUJETO. (Añorante). Estaré con ella poco tiempo, porque nos mudaremos de casa, pero será suficiente. Me leerá en alto, y me hablará de la vida, y me enseñará a. respetar a la gente.
NIÚTON. Al hacerte mayor, ¿pueden ser las propias personas señales de uno de estos recuerdos, o proporcionar, ellas mismas, las banderas que tú puedas reconocer?
SUJETO. Por supuesto que sí. Pueden presentarme gente en el momento justo.
NIÚTON. ¿Conoces ya, a la mayoría de las almas que tendrán una relación estrecha contigo?
SUJETO. Sí, y si falta alguna, la conoceré en clase.
NIÚTON. Supongo que también se organizan las relaciones amorosas, ¿no?
SUJETO. (Riéndose). Sí, eso lo hacen los emparejadores, pero los encuentros pueden ser, también, para desarrollar una amistad; para unir a la gente que va a ayudarte en tu trabajo, o cosas por el estilo.
NIÚTON. ¿Entonces, las almas que están en este auditorio, y en otros sitios, pueden tener distintas relaciones contigo, en tu próxima vida?
SUJETO. (Con entusiasmo). Sí. Voy a conectar con el que está en mi equipo de béisbol. Otro, es mi compañero en la granja, y también está mi amigo íntimo del colegio.
NIÚTON. ¿Y qué ocurre si conectas con una persona equivocada en el trabajo, en el amor, o en lo que sea? ¿Significa eso, que has olvidado la señal de un acontecimiento importante?
SUJETO. Probablemente no sea del todo equivocada. Podría ser un salto que te llevará en otra dirección.
NIÚTON. Ahora dime; ¿cuál es la señal más importante que debes recordar de esta clase de preparación?
SUJETO. La risa de Melinda.
NIÚTON. ¿Quién es Melinda?
SUJETO. Mi futura mujer.
NIÚTON. ¿Y qué tienes que recordar de la risa de Melinda?
SUJETO. Cuando nos conocemos, su risa va a recordarme pequeñas campanillas, como un soniquete. No puedo describírtelo. Después, el olor de su perfume cuando bailamos por primera vez. Un olor familiar. Y sus ojos.
NIÚTON. ¿Entonces, te han dado más de una señal para reconocer a tu compañera?
SUJETO. Sí. Es tan importante, que los apuntadores creyeron que necesitaban más señales. No quería equivocarme para reconocer a la persona correcta.
NIÚTON. ¿Y qué se supone que debe reconocer ella en ti?
SUJETO. (Sonríe). Mis grandes orejas. El que la pise al bailar. Lo que sentimos cuando nos abrazamos por primera vez.
Un antiguo dicho nos recuerda que los ojos son el espejo del alma. Ninguna característica física tiene más importancia que los ojos, cuando se encuentran en la Tierra las almas compañeras. Con respecto al resto de nuestros sentidos, ya he mencionado antes que las almas retienen recuerdos de sonidos y olores. Los cinco sentidos pueden ser utilizados por los apuntadores espirituales, como señales para estimular un recuerdo en una vida futura.
El caso 28 empezó a expresar su incomodidad porque yo le estaba impidiendo participar en la clase de reconocimiento. Reforcé la imagen visual del alma flotando alrededor de un estrado central en este auditorio, aunque otras personas utilizan nombres diferentes para este mismo lugar. Le di tiempo, para que terminara de recibir las instrucciones en su clase de preparación y hablara con sus compañeros, y después, le conduje hacia fuera del lugar de reconocimiento.
En mis sesiones, tengo por costumbre no apremiar nunca a mis clientes para que entren y salgan de los distintos lugares espirituales, porque esto afecta a la intensidad de la concentración, y del recuerdo. Cuando nos alejamos del resto de las almas, hablé con este hombre sobre su compañera, Melinda. Me dijo que ambos se sentían muy cómodos juntos, como marido y mujer, aunque, a veces, eligieran tener una relación distinta en sus vidas juntos. Los dos querían asegurarse de que conectarían en la Tierra, en sus próximas vidas. Creí conveniente asegurarme de lo que había ocurrido en realidad.
NIÚTON. Cuando Melinda y tú erais jóvenes en la Tierra, ¿vivíais cerca, el uno del otro?
SUJETO. No. Yo vivía en Áiogua, y ella, en Califvornia. (Reflexivo). Fue a Cler, a quien conocí en Áiogua.
NIÚTON. ¿Te enamoraste de Cler?
SUJETO. Sí. Y casi me caso con ella. Estuve a punto, y eso hubiera sido un error. Cler y yo no éramos lo mejor, el uno para el otro, pero como íbamos juntos al colegio, se convirtió en un hábito.
NIÚTON. ¿Y a pesar de todo, te fuiste a Califvornia?
SUJETO. Sí. Cler no quería que me fuera, pero mis padres querían dejar la granja y marchar hacia el oeste. A mí me gustaba Áiogua, y me preocupaba la idea de irme y dejar a Cler, que todavía estaba en el colegio.
NIÚTON. ¿Era ésta una de las señales que te ayudó a tomar la decisión de marcharte con tus padres?
SUJETO. (Con un suspiro). Fue mi hermana la que me mostró una bandera roja. Me convenció de que tendría más oportunidades en la ciudad a la que nuestros padres pensaban ir.
NIÚTON. ¿Ves a tu hermana en el mundo espiritual?
SUJETO. Sí, claro. Está en mi círculo, es decir, mi (grupo primario).
NIÚTON. ¿Y es Cler, una compañera tuya?
SUJETO. (Pausa). No. Es, sólo, una amiga.
NIÚTON. ¿Te fue difícil dejar a Cler?
SUJETO. Sí. Y más, por ella. En el colegio, nos atraíamos mucho sexualmente. Pero era un enamoramiento que no tenía ninguna conexión mental. Es tan difícil saber lo que tienes que hacer con los demás en la Tierra. El sexo es una trampa muy fuerte. Nos habríamos aburrido el uno del otro, con el tiempo.
NIÚTON. ¿La atracción física fue diferente con Melinda respecto a lo que sentías por Cler?
SUJETO. (Pausa). Cuando Melinda y yo nos conocimos en el baile, su cuerpo me atrajo mucho; y supongo que, también, me parecía guapa. Pero ambos sentimos algo más.
NIÚTON. Quiero que me aclares esto. ¿Elegisteis, en el mundo espiritual, Melinda y tú vuestros cuerpos de hombre y mujer deliberadamente, para atraeros mutuamente en la Tierra?
SUJETO. (Asintiendo). Hasta cierto punto, pero nos atrajimos en la Tierra porque en nuestras mentes estaba el recuerdo de lo que debía ocurrir.
NIÚTON. Cuando llegó el momento del baile, ¿qué pasó por tu mente?
SUJETO. Ahora lo entiendo todo. Nuestro tutor nos estaba ayudando esa noche. De repente, yo decidí ir al baile. No me gusta bailar, porque soy muy torpe. Además, no conocía a nadie en la ciudad todavía,, y me sentía estúpido. Ahora entiendo que alguien me guió hasta allí.
NIÚTON. ¿Habíais previsto, Melinda y tú, la escena del baile, juntos, durante vuestra clase de preparación?
SUJETO. Sí. Sabíamos que ocurriría, y cuando la vi en el baile, todas las alarmas se dispararon. Hice algo que no es típico de mí; me interpuse entre ella,, y el hombre con quien bailaba. Cuando la abracé para bailar, tenía las piernas de goma.
NIÚTON. ¿Y qué más sentisteis, Melinda y tú, en ese momento?
SUJETO. Como si estuviéramos en otro mundo. Existía una familiaridad especial. Fue un baile tan extraño. No teníamos duda alguna ,de que estaba ocurriendo algo importante. La guía. El propósito de nuestro encuentro. Nuestros corazones latían con fuerza. Era como una especie de encantamiento.
NIÚTON. ¿Entonces, por qué estaba Cler en tu vida antes, complicando la situación?
SUJETO. Me tentaba para que me quedara en la granja. Fue uno de los caminos falsos que tenía que pasar. Otro tipo de vida. Después de dejar a Cler, encontré a la persona adecuada.
NIÚTON. Si Cler y tú hubierais tomado ese camino juntos, ¿habría sido tu vida un completo desastre?
SUJETO. No. Pero no habría sido tan buena. Hay un camino principal en la vida, pero siempre existen alternativas con las que, también, podemos aprender.
NIÚTON. ¿Te ha ocurrido, alguna vez, que en la vida hayas cometido un error, o tomado un camino equivocado, perdiendo una de estas señales, por ejemplo, en un cambio de trabajo o de ciudad, o al no conocer a alguien importante, y ello porque los detalles que viste en el lugar de selección, o las señales que aprendiste en la clase de preparación, no las conocías suficientemente?
SUJETO. (Pausa larga). Las señales están ahí. Pero a veces yo las he ignorado. Hay veces en mis vidas, en las que cambio de dirección porque lo pienso y lo analizo demasiado. O por las mismas razones, dejo de hacer algo que debería hacer.
NIÚTON. ¿Entonces, podrías hacer algo que no estaba planeado con anterioridad en el mundo espiritual?
SUJETO. Sí. Y puede no funcionar tan bien. Pero tenernos  derecho a ignorar estas señales.
NIÚTON. Entiendo. Me ha gustado mucho hablar contigo sobre la clase de reconocimiento, y me pregunto si esta clase espiritual hace algo más por ti, en la vida física.
SUJETO. (Con voz lejana). Sí. A veces, cuando estoy confundido acerca de la dirección que debe tomar mi vida, me imagino hacia dónde voy en relación con el punto en el que estoy y, automáticamente, me viene a la mente lo que debo hacer.

Ayudar a mis clientes a reconocer a las personas que están destinadas a ser importantes en su vida es una de las labores más fascinantes de mi trabajo. Creo que los que vienen a verme con este tipo de preguntas,, no están aquí en ese momento concreto, por casualidad. ¿Estaré anulando el propósito de las clases de reconocimiento, ayudando a estas personas a recordar sus señales? No lo creo. Principalmente por dos razones. Una, porque lo que no deben saber probablemente no se revelará bajo hipnosis; y dos, porque muchos de mis clientes sólo buscan confirmar lo que ya saben que deben hacer.

Yo puedo hablar, por experiencia propia, de estas señales de reconocimiento, puesto que tuve tres signos muy claros para encontrar a mi mujer. Siendo adolescente, un día ojeaba la revista Luk, y vi un anuncio de Navidad de relojes Jámilton en el que había una guapísima mujer, de pelo oscuro, y vestida de blanco. El eslogan decía; «Para Peggy», y ella sostenía un reloj de pulsera, regalo de su imaginario marido. Sentí una sensación extraña, y nunca se me olvidó la cara, ni el nombre de la chica. Cuando cumplí los veintiún años, mi tía favorita me regaló un reloj de la misma marca.
Años más tarde, cuando estaba en Fínix, haciendo un curso de postgrado, un sábado fui a la lavandería, y cuando estaba poniendo la lavadora, se activó una de estas señales y en mi mente apareció el siguiente mensaje; «Ya es hora de que conozcas a la mujer de blanco». Intenté que se me fuera de la cabeza, pero la cara de la chica del anuncio seguía ahí. Paré, miré a mi reloj, marca Jámilton, y oí la siguiente orden; «Ahora, ve».
Pensé en qué mujer se vestiría de blanco, y actuando como si me obsesionara la idea, me dirigí hacia el hospital más grande de la ciudad, y pregunté, en la recepción, por una enfermera llamada, Peggy; que se ajustara a la descripción de la chica de aquél antiguo anuncio de mi infancia. Me contestaron que esa persona acababa de terminar su turno. Cuando la ví, me quedé asombrado por el parecido con la imagen que yo tenía en la mente. Nuestro primer encuentro fue muy extraño, pero después, nos sentamos en la entrada, y charlamos durante cuatro horas como lo harían dos viejos amigos que no se han visto en mucho tiempo. Lo cual, por otro lado,, era cierto. Esperé a estar casado para contarle a mi mujer la razón por la que fui ese día al hospital, y las señales que me dieron para encontrarla. No quería que creyera que estaba loco. Entonces, ella me dijo que, el día de nuestro primer encuentro, había comentado a sus asombradas amigas que, «acababa de conocer al hombre con el que se casaría».
El consejo que doy sobre estos encuentros, es que no se intente razonar demasiado. Algunas de nuestras mejores decisiones, vienen de lo que llamamos, instinto. Hay que hacer caso de ellos de .vez en cuando. Además, cuando tiene que ocurrir algo especial en la vida, normalmente, ocurre.