14. La preparación para la
salida.
Cuando las almas terminan
de consultar con los guías y los compañeros, las posibilidades físicas y
psicológicas de la nueva vida que han elegido, entonces, toman la decisión de
reencarnarse de nuevo. Sería lógico pensar que se dirigirían inmediatamente a
la Tierra, pero esto no ocurre hasta que el alma pasa por una etapa de
preparación previa.
En este punto, ya hemos
comprendido que las almas que regresan del lugar de selección, no sólo deben
decidir cuál es la mejor vida para ellos, sino que, también, deben coordinar su
decisión con el resto de las almas que van a tener un papel en esa vida.
Utilizando una analogía teatral, hemos decidido cuál será el actor, o actriz,
principal, y todo lo que se haga, afectará a los demás personajes menores del
guión. Menores, porque no somos nosotros. Sus papeles pueden verse alterados
por el nuestro y, el nuestro, por el ellos, debido a los cambios en el guión
que representa el libre albedrío; cambios que pueden producirse en medio de la
representación. Aquellas almas que van a tener una estrecha relación con
nosotros en la obra de la vida, son los actores o actrices secundarios, cada
uno con un papel importante. ¿Cómo podremos reconocerlos?
La cuestión de cómo
encontrar a los compañeros, y a otras personas importantes en la vida, es una
de las principales preocupaciones de los que acuden a mí para sesiones
hipnóticas de regresión. Al final, la mayoría de mis clientes responden ellos
mismos a sus preguntas, a través del superconsciente, porque encontrar a estas
almas fue una parte fundamental del trabajo de preparación a realizar antes de
abandonar el mundo espiritual. El espacio al que las almas van para este
propósito en el mundo espiritual, se llama, el lugar del reconocimiento, o, la clase
de reconocimiento. Según mis clientes, la actividad en este lugar es corno la
preparación para un examen final. En consecuencia, mis clientes utilizan el
término, «clase de preparación», para describir la actividad que se lleva a
cabo, inmediatamente antes de que el alma se embarque hacia la Tierra. El caso
siguiente nos narra esta experiencia.
Para entender con claridad
lo que supone esta clase de reconocimiento, quizás deberíamos definir el
concepto de, «alma compañera». Para muchos de nosotros, el compañero más
cercano, y más querido, es el cónyuge. Pero, como hemos podido comprobar en los
casos anteriores, las almas importantes de nuestra vida pueden ser otros
miembros de la familia, o incluso, un amigo. El tiempo que estas almas pasan
con nosotros en la Tierra puede ser largo o corto. Lo que importa, es el
impacto que causen mientras están con nosotros.
Aunque me arriesgue a
simplificar demasiado un tema que es muy complejo, voy a dividir las relaciones
de las almas en tres categorías.
La
primera, es la del tipo de relación en la que existe un amor, tan profundo, que
ambas personas no podrían vivir separadas. Esta es una atracción, física y
mental, tan fuerte, que ninguno de los dos miembros duda que están hechos el
uno para el otro.
La
segunda, es una relación basada en el compañerismo, la amistad y el respeto
mutuo.
La
última, está formada por las asociaciones con personas menos unidas a nosotros,
pero que forman un ingrediente importante en nuestra vida.
Basándonos
en esto, vemos que un alma compañera puede relacionarse de varias formas con
nosotros pero, aún así, nunca es por casualidad.
Las almas compañeras están
destinadas a ayudamos, a la vez que se ayudan a sí mismas a alcanzar metas
comunes, que se consiguen con más facilidad si existe un apoyo mutuo en varias
situaciones. En el campo de los amigos y los amantes, es nuestra más profunda
consciencia la que reconoce en ellos la similitud de los espíritus hermanos. Es
una experiencia maravillosa, y misteriosa a la vez, tanto física como mentalmente.
Conectar con seres que
conocemos en el mundo espiritual, escondidos bajo todo tipo de disfraces
físicos, puede resultar una experiencia armoniosa, o frustrante. La lección que
debemos aprender en las relaciones humanas, es la de aceptar a las personas por
lo que son, sin esperar que nuestra felicidad dependa, totalmente, de ellas. He
tenido clientes, que han acudido a mí asumiendo que no están con un alma
compañera por la cantidad de problemas, y sufrimiento, que había en sus
matrimonios. No se dan cuenta de que, las lecciones kármicas, a veces fijan
unas metas muy difíciles, y que las experiencias dolorosas con respecto al
amor, son premeditados exámenes que la vida nos presenta. Frecuentemente, éstos
son los más duros.
Cualquiera que sea la
circunstancia, las relaciones interpersonales son la parte más importante de
nuestras vidas. ¿Es por una coincidencia? ¿Acaso una percepción extrasensorial,
un deyá ví, o una sincronicidad, son los responsables de que llegue el
momento perfecto, en el lugar adecuado, y asi conocemos a la persona que dará
sentido a nuestra vida? ¿Hubo, tal vez, un fugaz recuerdo, ya olvidado, algo
familiar en ella, o él, que nos venía de lo más profundo de nuestra mente? Yo
pediría al lector que buscara en los recuerdos de ese primer encuentro con
alguien importante. ¿Fue en el colegio? ¿Vivía en su mismo barrio? ¿Le conoció
en el trabajo, o durante algunas vacaciones? ¿Les presentó alguien, o fue un
encuentro aparentemente casual? ¿Qué sintió en ese momento?
Odiaría modificar los
recuerdos favoritos de cualquiera sobre ese encuentro supuestamente casual,
pero, en verdad, la causalidad, los impulsos o las circunstancias fortuitas no
pueden aplicarse a estos contactos cruciales. No obstante, esta circunstancia
no los hace menos románticos. En estos casos, he oído muchos relatos
apasionados de entidades espirituales muy unidas, que han viajado a través del
espacio y el tiempo, para encontrarse como seres humanos en un lugar específico
de la Tierra, en un momento concreto. También es verdad que, nuestra amnesia
consciente, hace difíciles estos importantes encuentros, y podemos tomar el
camino equivocado, y perder el contacto. No obstante, puede hacerse un acuerdo
previo para remediar esta contingencia.
En el siguiente caso, el
diálogo comienza cuando yo le pregunto al sujeto sobre lo que ocurre en el
mundo espiritual, justo antes de que el alma vuelva a reencarnarse en la vida
actual.
e
Caso 28. f
Doctor
NIÚTON. ¿Se acerca el momento de
abandonar el mundo espiritual para empezar otra vida?
SUJETO. Sí. Estoy, casi preparado.
NIÚTON.
Después de salir del lugar de
selección, ¿habías decidido quién serías, y a quién te encontrarías en la
Tierra?
SUJETO. Sí, todo está empezando a encajar perfectamente.
NIÚTON. ¿Y qué pasaría si, ahora, te lo pensaras mejor?
¿Podrías cambiar de opinión?
SUJETO.
(Suspira). Sí, y además lo he hecho
otras veces. Todos lo hemos hecho alguna vez, o al menos, los que yo conozco.
La mayoría de las veces es curioso pensar en estar vivo otra vez, en la Tierra.
NIÚTON.
¿Pero qué ocurriría si te resistieras
a volver a la Tierra poco antes del momento de reencarnarte?
SUJETO.
Esto no es tan rígido. Siempre hablo
de las posibilidades, de mis preocupaciones sobre la nueva vida con mi tutor y
mis compañeros, antes de comprometerme firmemente. Los tutores saben cuando
estamos, sencillamente, intentando ganar tiempo y, cuando, no estamos seguros
de verdad. Yo estoy decidido.
NIÚTON.
Me alegro. Ahora responde a esto. Una
vez que te has comprometido firmemente a regresar a la Tierra, ¿hay algo
importante, en el mundo espiritual, que debas hacer?
SUJETO. Debo ir a la clase de reconocimiento.
NIÚTON. ¿Y qué es ese lugar?
SUJETO. Es una reunión de observación.
NIÚTON. Cuando chasquee los dedos irás, inmediatamente, a
esta clase. ¿Estás preparado?
SUJETO. Sí.
NIÚTON. (Chasqueo los dedos). Explícame lo que haces.
SUJETO. Estoy flotando, con los demás, esperando al que va a
hablar.
NIÚTON.
Me gustaría acompañarte, pero tendrás
que ser mis ojos, ¿de acuerdo?
SUJETO. De acuerdo, pero tenemos que darnos prisa.
NIÚTON. ¿Cómo es este lugar?
SUJETO.
Digamos que es como un auditorio
circular, con un estrado elevado en el centro, donde se coloca el que habla.
NIÚTON. ¿Vamos a flotar hasta los asientos?
SUJETO. (Sacudiendo la cabeza). ¿Para qué necesitamos
asientos?
NIÚTON.
Sólo lo suponía. ¿Cuántas almas hay a
nuestro alrededor?
SUJETO. Unas diez, o quince. Son las que van a estar cerca de
mí, en la próxima vida.
NIÚTON. ¿Esas son todas las almas que ves?
SUJETO.
No. Tú me preguntaste por las que
tenía alrededor. Hay más, a lo lejos, formando grupos y esperando a sus
oradores.
NIÚTON.
¿Pertenecen, las diez o quince almas
que tienes a tu alrededor, a tu mismo grupo primario?
SUJETO. Algunas.
NIÚTON.
¿Es esta reunión parecida a la que
tienes cerca de la entrada, cuando regresas al mundo espiritual después de la
muerte?
SUJETO. No, esa fue más tranquila, sólo con mi familia.
NIÚTON. ¿Por qué fue tu bienvenida más tranquila que esto?
SUJETO.
Estaba todavía confuso, por haber
perdido mi cuerpo. Aquí, hay mucha charla y mucho movimiento, y nerviosismo.
Tenemos mucha energía. Escucha, tenemos que ir rápido, porque tengo que atender
a lo que dicen los oradores.
NIÚTON. ¿Son los oradores, tus tutores-guías?
SUJETO. No, son apuntadores.
NIÚTON. ¿Son almas especializadas en esto?
SUJETO. Sí. Nos dan las señales, inventándose ideas
ingeniosas.
NIÚTON.
Bien. Vamos a acercarnos al
apuntador, y continúa diciéndome lo que ocurre.
SUJETO. Formamos un círculo alrededor del estrado. El
apuntador flota hacia delante y hacia atrás, en el centro, y nos señala a cada
uno de nosotros pidiéndonos que prestemos mucha atención. ¡Tengo que hacerlo!
NIÚTON.
(Bajando la voz). Entiendo, y no
querría que te perdiera nada, pero explícame qué son las señales.
SUJETO.
Se nos ha
asignado el apuntador con el fin de que
sepamos qué tenemos que buscar en la próxima vida. Estas señales se colocan en
nuestra mente, para estimular nuestros recuerdos después, cuando seamos seres
humanos.
NIÚTON.
¿Qué tipo de señales son?
SUJETO. Son como banderas. Mojones en el camino de la vida.
NIÚTON. ¿Podrías ser más específico?
SUJETO.
Las señales del camino nos hacen
tomar una dirección distinta en ciertos momentos, cuando ocurre algo
importante, y, también, cuando debemos conocer los signos que harán que nos
reconozcamos mutuamente.
NIÚTON. ¿Y esta clase se recibe antes de cada una de las
vidas?
SUJETO. Naturalmente. Necesitamos poder recordar los pequeños
detalles.
NIÚTON. ¿Pero no has visto ya los detalles de tu vida
próxima, en el lugar de la selección?
SUJETO.
Sí, es cierto. Pero no he visto los
pequeños detalles. Además, entonces no conocía a todos los que van a estar
conmigo. Esta clase es como un repaso final. con todos juntos.
NIÚTON. ¿Es sólo para aquellos que tendrán una relación
especial entre ellos?
SUJETO.
Así es. Es, sobre todo, una clase de
preparación porque, al principio, no nos reconoceremos en la Tierra.
NIÚTON. ¿Ves a tu alma compañera aquí?
SUJETO.
(Ruborizándose). Sí. Aquí está, y
hay, también, otras personas con quien se supone que tendré que contactar. O
ellos conmigo. Los demás, también necesitan sus señales.
NIÚTON.
¡Ah, entonces por eso es por lo que
estas almas vienen de diferentes grupos! Todas van a jugar un papel importante
en la próxima vida de los demás.
SUJETO. (Impaciente). Sí, pero si habla no puedo oír lo que
están diciendo. ¡Cállese!
NIÚTON.
(Bajando la voz otra vez). Muy bien,
cuando cuente tres, voy a dejar esta clase en suspenso, por un momento, para
que no pierdas nada. (Con suavidad). ¡Uno, dos, tres! El orador está callado y
tú, podrás explicarme más detalles sobre las banderas, y las señales. ¿De
acuerdo?
SUJETO. Supongo que sí.
NIÚTON.
Voy a llamar a estas señales,
resortes de la memoria. ¿Quieres decir que habrá resortes de la memoria
especiales, para cada una de estas personas?
SUJETO.
Por eso nos han traído aquí. Habrá
momentos en mi vida en los que aparecerán estas personas. Debo intentar
recordar algo sobre ellos. Su mirada. Sus movimientos. Su manera de hablar.
NIÚTON. ¿Y cada uno de ellos te hará funcionar uno de esos
resortes?
SUJETO.
Sí, y probablemente perderé algunos.
Se supone que las señales deben hacer saltar un recuerdo y decirte un, «bien,
ya estás aquí», en tu interior. Sabremos, así, que ha llegado el momento de
empezar a trabajar en la siguiente fase. Parecerán cosas insignificantes, pero
las banderas son momentos de cambio en nuestras vidas.
NIÚTON.
¿Y qué pasa si alguien no reconoce
estas banderas o señales, porque, como tú dices, se olvidó de lo que dijo el
apuntador? ¿O, qué ocurre, si decides ignorar tus inclinaciones, y tomar otro
camino?
SUJETO.
(Pausa). Tenemos otras posibilidades,
aunque pueden no ser tan buenas. Puedes ser obstinado pero. (Se para).
NIÚTON. ¿Pero qué?
SUJETO.
(Con convicción). Después de esta
clase, normalmente no te olvidas de las señales importantes.
NIÚTON.
¿Por qué, simplemente, no te dan los
guías las respuestas que necesitas una vez que estás en la Tierra? ¿Por qué son
necesarias todas estas tonterías de las señales para recordar cosas?
SUJETO.
Por la misma razón, por la que vamos
a la Tierra sin saber nada por adelantado. Nuestra alma debe crecer, con lo que
descubre por sí misma. A veces las lecciones se resuelven muy deprisa; pero no
es lo normal. La parte más interesante del camino es descubrir las curvas, y es
mejor que no ignoremos las señales del camino.
NIÚTON.
De acuerdo. Voy a contar de diez a
uno, y cuando termine, la clase empezará de nuevo y podrás escuchar, mientras
el apuntador te da las señales. Yo no hablaré hasta que levantes el dedo índice
de la mano derecha. Eso me indicará que la clase ha terminado, y que puedes
explicarme las señales que debes recordar. ¿Estás preparado?
SUJETO. Sí.
Nota. Termino de contar, y
espero un par de minutos, hasta que mi cliente levanta el dedo. Este es un
ejemplo, muy simple, de cómo el tiempo terrenal es insignificante en
comparación con el tiempo espiritual.
NIÚTON. No ha sido muy largo.
SUJETO. Sí que lo ha sido. El apuntador tenía mucho que
decirnos a todos.
NIÚTON.
Supongo que ahora tienes, claro en tu
mente, todos los detalles del reconocimiento; ¿no?
SUJETO. Eso espero.
NIÚTON.
Bien. Entonces, dime ahora, cuál es
la última señal que te dieron antes de acabar la clase.
SUJETO.
(Pausa). Un colgante de plata. Lo
veré cuando tenga siete años; en el cuello de una mujer de mi calle. Siempre lo
llevaba puesto.
NIÚTON. ¿Y de qué manera será, este colgante de plata, una
señal?
SUJETO.
(De manera muy abstracta). El sol
brilla en él, y atrae mi atención. Debo recordarlo.
NIÚTON.
(Con tono de orden). Ahora eres capaz
de aunar tus conocimientos espirituales con los terrenales. (Pongo la mano
sobre la frente del sujeto). ¿Por qué es importante para ti, reconocer el alma
de la mujer del colgante?
SUJETO.
Yo la he conocido cuando montaba en
bicicleta en la calle. Me sonríe; y el colgante de plata brilla. Le pregunto
sobre él. y nos hacemos amigos.
NIÚTON. ¿Y después?
SUJETO.
(Añorante). Estaré con ella poco
tiempo, porque nos mudaremos de casa, pero será suficiente. Me leerá en alto, y
me hablará de la vida, y me enseñará a. respetar a la gente.
NIÚTON.
Al hacerte mayor, ¿pueden ser las
propias personas señales de uno de estos recuerdos, o proporcionar, ellas
mismas, las banderas que tú puedas reconocer?
SUJETO. Por supuesto que sí. Pueden presentarme gente en el
momento justo.
NIÚTON. ¿Conoces ya, a la mayoría de las almas que tendrán
una relación estrecha contigo?
SUJETO. Sí, y si falta alguna, la conoceré en clase.
NIÚTON. Supongo que también se organizan las relaciones
amorosas, ¿no?
SUJETO.
(Riéndose). Sí, eso lo hacen los
emparejadores, pero los encuentros pueden ser, también, para desarrollar una
amistad; para unir a la gente que va a ayudarte en tu trabajo, o cosas por el
estilo.
NIÚTON.
¿Entonces, las almas que están en
este auditorio, y en otros sitios, pueden tener distintas relaciones contigo,
en tu próxima vida?
SUJETO.
(Con entusiasmo). Sí. Voy a conectar
con el que está en mi equipo de béisbol. Otro, es mi compañero en la granja, y
también está mi amigo íntimo del colegio.
NIÚTON.
¿Y qué ocurre si conectas con una
persona equivocada en el trabajo, en el amor, o en lo que sea? ¿Significa eso,
que has olvidado la señal de un acontecimiento importante?
SUJETO.
Probablemente no sea del todo equivocada.
Podría ser un salto que te llevará en otra dirección.
NIÚTON.
Ahora dime; ¿cuál es la señal más
importante que debes recordar de esta clase de preparación?
SUJETO. La risa de Melinda.
NIÚTON.
¿Quién es Melinda?
SUJETO.
Mi futura mujer.
NIÚTON. ¿Y qué tienes que recordar de la risa de Melinda?
SUJETO.
Cuando nos conocemos, su risa va a
recordarme pequeñas campanillas, como un soniquete. No puedo describírtelo.
Después, el olor de su perfume cuando bailamos por primera vez. Un olor
familiar. Y sus ojos.
NIÚTON. ¿Entonces, te han dado más de una señal para
reconocer a tu compañera?
SUJETO.
Sí. Es tan importante, que los
apuntadores creyeron que necesitaban más señales. No quería equivocarme para
reconocer a la persona correcta.
NIÚTON. ¿Y qué se supone que debe reconocer ella en ti?
SUJETO. (Sonríe). Mis grandes orejas. El que la pise al bailar.
Lo que sentimos cuando nos abrazamos por primera vez.
Un antiguo dicho nos
recuerda que los ojos son el espejo del alma. Ninguna característica física
tiene más importancia que los ojos, cuando se encuentran en la Tierra las almas
compañeras. Con respecto al resto de nuestros sentidos, ya he mencionado antes
que las almas retienen recuerdos de sonidos y olores. Los cinco sentidos pueden
ser utilizados por los apuntadores espirituales, como señales para estimular un
recuerdo en una vida futura.
El caso 28 empezó a
expresar su incomodidad porque yo le estaba impidiendo participar en la clase
de reconocimiento. Reforcé la imagen visual del alma flotando alrededor de un
estrado central en este auditorio, aunque otras personas utilizan nombres
diferentes para este mismo lugar. Le di tiempo, para que terminara de recibir
las instrucciones en su clase de preparación y hablara con sus compañeros, y
después, le conduje hacia fuera del lugar de reconocimiento.
En mis sesiones, tengo por
costumbre no apremiar nunca a mis clientes para que entren y salgan de los
distintos lugares espirituales, porque esto afecta a la intensidad de la
concentración, y del recuerdo. Cuando nos alejamos del resto de las almas,
hablé con este hombre sobre su compañera, Melinda. Me dijo que ambos se sentían
muy cómodos juntos, como marido y mujer, aunque, a veces, eligieran tener una
relación distinta en sus vidas juntos. Los dos querían asegurarse de que
conectarían en la Tierra, en sus próximas vidas. Creí conveniente asegurarme de
lo que había ocurrido en realidad.
NIÚTON. Cuando Melinda y tú erais jóvenes en la Tierra,
¿vivíais cerca, el uno del otro?
SUJETO.
No. Yo vivía en Áiogua, y ella, en
Califvornia. (Reflexivo). Fue a Cler, a quien conocí en Áiogua.
NIÚTON.
¿Te enamoraste de Cler?
SUJETO.
Sí. Y casi me caso con ella. Estuve a
punto, y eso hubiera sido un error. Cler y yo no éramos lo mejor, el uno para
el otro, pero como íbamos juntos al colegio, se convirtió en un hábito.
NIÚTON. ¿Y a pesar de todo, te fuiste a Califvornia?
SUJETO.
Sí. Cler no quería que me fuera, pero
mis padres querían dejar la granja y marchar hacia el oeste. A mí me gustaba
Áiogua, y me preocupaba la idea de irme y dejar a Cler, que todavía estaba en
el colegio.
NIÚTON.
¿Era ésta una de las señales que te
ayudó a tomar la decisión de marcharte con tus padres?
SUJETO.
(Con un suspiro). Fue mi hermana la
que me mostró una bandera roja. Me convenció de que tendría más oportunidades
en la ciudad a la que nuestros padres pensaban ir.
NIÚTON. ¿Ves a tu hermana en el mundo espiritual?
SUJETO. Sí, claro. Está en mi círculo, es decir, mi (grupo
primario).
NIÚTON. ¿Y es Cler, una compañera tuya?
SUJETO. (Pausa). No. Es, sólo, una amiga.
NIÚTON.
¿Te fue difícil dejar a Cler?
SUJETO.
Sí. Y más, por ella. En el colegio,
nos atraíamos mucho sexualmente. Pero era un enamoramiento que no tenía ninguna
conexión mental. Es tan difícil saber lo que tienes que hacer con los demás en
la Tierra. El sexo es una trampa muy fuerte. Nos habríamos aburrido el uno del
otro, con el tiempo.
NIÚTON. ¿La atracción física fue diferente con Melinda
respecto a lo que sentías por Cler?
SUJETO.
(Pausa). Cuando Melinda y yo nos
conocimos en el baile, su cuerpo me atrajo mucho; y supongo que, también, me
parecía guapa. Pero ambos sentimos algo más.
NIÚTON. Quiero que me aclares esto. ¿Elegisteis, en el mundo
espiritual, Melinda y tú vuestros cuerpos de hombre y mujer deliberadamente, para
atraeros mutuamente en la Tierra?
SUJETO.
(Asintiendo). Hasta cierto punto,
pero nos atrajimos en la Tierra porque en nuestras mentes estaba el recuerdo de
lo que debía ocurrir.
NIÚTON. Cuando llegó el momento del baile, ¿qué pasó por tu
mente?
SUJETO.
Ahora lo entiendo todo. Nuestro tutor
nos estaba ayudando esa noche. De repente, yo decidí ir al baile. No me gusta
bailar, porque soy muy torpe. Además, no conocía a nadie en la ciudad todavía,,
y me sentía estúpido. Ahora entiendo que alguien me guió hasta allí.
NIÚTON.
¿Habíais previsto, Melinda y tú, la
escena del baile, juntos, durante vuestra clase de preparación?
SUJETO.
Sí. Sabíamos que ocurriría, y cuando
la vi en el baile, todas las alarmas se dispararon. Hice algo que no es típico
de mí; me interpuse entre ella,, y el hombre con quien bailaba. Cuando la
abracé para bailar, tenía las piernas de goma.
NIÚTON. ¿Y qué más sentisteis, Melinda y tú, en ese momento?
SUJETO.
Como si estuviéramos en otro mundo.
Existía una familiaridad especial. Fue un baile tan extraño. No teníamos duda
alguna ,de que estaba ocurriendo algo importante. La guía. El propósito de
nuestro encuentro. Nuestros corazones latían con fuerza. Era como una especie
de encantamiento.
NIÚTON. ¿Entonces, por qué estaba Cler en tu vida antes,
complicando la situación?
SUJETO. Me tentaba para que me quedara en la granja. Fue uno
de los caminos falsos que tenía que pasar. Otro tipo de vida. Después de dejar
a Cler, encontré a la persona adecuada.
NIÚTON.
Si Cler y tú hubierais tomado ese
camino juntos, ¿habría sido tu vida un completo desastre?
SUJETO. No. Pero no habría sido tan buena. Hay un camino
principal en la vida, pero siempre existen alternativas con las que, también,
podemos aprender.
NIÚTON.
¿Te ha
ocurrido, alguna vez, que en la vida hayas cometido un error, o tomado un
camino equivocado, perdiendo una de estas señales, por ejemplo, en un cambio de
trabajo o de ciudad, o al no conocer a alguien importante, y ello porque los
detalles que viste en el lugar de
selección, o las señales que aprendiste en la clase de preparación, no las
conocías suficientemente?
SUJETO.
(Pausa larga). Las señales están ahí.
Pero a veces yo las he ignorado. Hay veces en mis vidas, en las que cambio de
dirección porque lo pienso y lo analizo demasiado. O por las mismas razones,
dejo de hacer algo que debería hacer.
NIÚTON.
¿Entonces, podrías hacer algo que no
estaba planeado con anterioridad en el mundo espiritual?
SUJETO.
Sí. Y puede no funcionar tan bien.
Pero tenernos derecho a ignorar estas
señales.
NIÚTON.
Entiendo. Me ha gustado mucho hablar
contigo sobre la clase de reconocimiento, y me pregunto si esta clase
espiritual hace algo más por ti, en la vida física.
SUJETO. (Con voz lejana). Sí. A veces, cuando estoy confundido
acerca de la dirección que debe tomar mi vida, me imagino hacia dónde voy en
relación con el punto en el que estoy y, automáticamente, me viene a la mente
lo que debo hacer.
Ayudar a mis clientes a
reconocer a las personas que están destinadas a ser importantes en su vida es
una de las labores más fascinantes de mi trabajo. Creo que los que vienen a
verme con este tipo de preguntas,, no están aquí en ese momento concreto, por
casualidad. ¿Estaré anulando el propósito de las clases de reconocimiento,
ayudando a estas personas a recordar sus señales? No lo creo. Principalmente
por dos razones. Una, porque lo que no deben saber probablemente no se revelará
bajo hipnosis; y dos, porque muchos de mis clientes sólo buscan confirmar lo
que ya saben que deben hacer.
Yo puedo hablar, por
experiencia propia, de estas señales de reconocimiento, puesto que tuve tres
signos muy claros para encontrar a mi mujer. Siendo adolescente, un día ojeaba
la revista Luk, y vi un anuncio de Navidad de relojes Jámilton en el que
había una guapísima mujer, de pelo oscuro, y vestida de blanco. El eslogan
decía; «Para Peggy», y ella sostenía un reloj de pulsera, regalo de su
imaginario marido. Sentí una sensación extraña, y nunca se me olvidó la cara,
ni el nombre de la chica. Cuando cumplí los veintiún años, mi tía favorita me
regaló un reloj de la misma marca.
Años más tarde, cuando
estaba en Fínix, haciendo un curso de postgrado, un sábado fui a la lavandería,
y cuando estaba poniendo la lavadora, se activó una de estas señales y en mi
mente apareció el siguiente mensaje; «Ya es hora de que conozcas a la mujer de
blanco». Intenté que se me fuera de la cabeza, pero la cara de la chica del
anuncio seguía ahí. Paré, miré a mi reloj, marca Jámilton, y oí la siguiente
orden; «Ahora, ve».
Pensé en qué mujer se
vestiría de blanco, y actuando como si me obsesionara la idea, me dirigí hacia
el hospital más grande de la ciudad, y pregunté, en la recepción, por una
enfermera llamada, Peggy; que se ajustara a la descripción de la chica de aquél
antiguo anuncio de mi infancia. Me contestaron que esa persona acababa de
terminar su turno. Cuando la ví, me quedé asombrado por el parecido con la
imagen que yo tenía en la mente. Nuestro primer encuentro fue muy extraño, pero
después, nos sentamos en la entrada, y charlamos durante cuatro horas como lo
harían dos viejos amigos que no se han visto en mucho tiempo. Lo cual, por otro
lado,, era cierto. Esperé a estar casado para contarle a mi mujer la razón por
la que fui ese día al hospital, y las señales que me dieron para encontrarla.
No quería que creyera que estaba loco. Entonces, ella me dijo que, el día de
nuestro primer encuentro, había comentado a sus asombradas amigas que, «acababa
de conocer al hombre con el que se casaría».
El
consejo que doy sobre estos encuentros, es que no se intente razonar demasiado.
Algunas de nuestras mejores decisiones, vienen de lo que llamamos, instinto.
Hay que hacer caso de ellos de .vez en cuando. Además, cuando tiene que ocurrir
algo especial en la vida, normalmente, ocurre.